En todo proceso de decisiones que alteran la armonía cotidiana y económica (aunque sea para mejor) existen miedos racionales e irracionales.
La remodelación (como el casamiento, la mudanza, un cambio de trabajo) es un trance de ese tipo y trae implícitos miedos de ambas clases.
En remodelatucasa consideramos que es fundamental atacar los miedos racionales con herramientas de servicio y explorar los miedos irracionales para que no se conviertan en una barrera infundada que boicotea la posibilidad de mejorar de manera sensible el hábitat.
Los miedos irracionales muchas veces se asocian a la creencia de que no se ha meditado lo suficiente la decisión y de que vivir mejor siempre puede esperar un poco más:
“Total, si hace 5 años que vivo a disgusto, puedo vivir 5 meses mas así. Lo seguiré evaluando.”
¿Porqué no encarar una obra con un arquitecto?
Generalmente a la hora de encarar una remodelación surgen algunas dudas al respecto, por ejemplo: ¿Será la envergadura de la obra importante como para llamar a un arquitecto? ¿Le interesará esto a un arquitecto? ¿El arquitecto va a poder optimizar los recursos que yo tengo en mi casa o va a querer tirar todo?
También hay muchos otros miedos irracionales que inmovilizan gracias al proceso constante de evaluación como por ejemplo:
Si uno se estará perdiendo otras opciones por elegir una que cierra, o “la situación actual del país”, o la duda sobre entregar confianza a los demás (empresas, profesionales, etc.)
Este mecanismo de evaluación permanente evita avanzar hacia la solución (pero manteniendo la creencia de que se está haciendo algo al respecto). Lamentablemente el tiempo es finito y cada año que pasa es un año menos para disfrutar de un hábitat superador y de los momentos que este genera: Verdadero capital emocional acumulado del ser humano.
Por el contrario, a continuación detallaremos algunos miedos racionales (con fundamento) y cuál es la propuesta de remodelatucasa para enfrentarlos:
Los contratistas dicen un número para tomar el trabajo y una vez que rompen todo empiezan con los adicionales. Nunca se sabe cuando para el gasto.
Esto es así con los gremios sueltos. Pero porque no hay contrato firmado, ni presupuesto detallado para regular el vínculo. Por eso nosotros explicitamos lo más que podemos y firmamos un contrato con precio fijo.
Los contratistas dicen un plazo para tomar el trabajo y luego toman más obras de las que pueden resolver y nos toman de rehén por tiempo indefinido.
Esto es así. Pero porque no hay contrato firmado con monto fijo a dividir por X tiempo. Cuanto más tiempo pasa, menos gana el constructor. Ese es el mayor seguro de precio fijo y plazo cierto.
Los contratistas abandonan la obra intempestivamente si están llegando al final y les surge un trabajo nuevo que no quieren dejar escapar. O porque ya no les rinde volver por los detalles.
Claramente, al no haber obligación por contrato o por ética profesional, lo que manda es la oportunidad y la especulación de lo ya cobrado y lo nuevo por cobrar. Y se produce el abandono de las obras.
Cada gremio hace su propio trabajo y va rompiendo el de los demás sin hacerse cargo.
Esto es así. Por eso el cliente paga por cada remiendo del cual no es responsable. Lo mejor es que un profesional coordine a todos, amparado por una empresa que “cose” todas las fallas y se hace responsable.
El contratista se aprovecha de nuestra ignorancia y pone los peores materiales y los cobra por buenos.
Esto es así. Pero porque no hay una garantía escrita y respaldada por una empresa. Solo por haber garantía, ya hay un indicio de que la calidad debe ser garantizable. Sumado a que en los documentos firmados por una empresa hay muchas especificaciones exigibles. No ocultas.
Cuando hay un problema técnico o de abastecimiento en obra, el contratista me demanda una solución, haciéndome responsable por su eficacia y sus resultados. Debiendo dejar mis ocupaciones para resolver un tema que no manejo.
Esto es así, Para evitarlo, se debe trabajar con profesionales que sepan conceptualmente las causas del problema y tengan el oficio para evitarlas o resolverlas. Si son especialistas como nosotros mejor.
Si hay un accidente en mi casa, y habiendo vínculo informal con los trabajadores soy legalmente responsable al 100% de lo que demande el trabajador por accidente
Esto es así. Por eso lo mejor es trabajar con empresas que declaren ser empleadores de los trabajadores y responsables por sus posibles lesiones.
¿Estaré pagando caro o barato?
Esta pregunta nos puede llevar a una verdadera trampa si no se consideran todos los miedos antedichos con prudencia. Significa que lo que aparece como barato puede duplicar su costo por negligencias y triplicarlo por accidentes.
Asimismo, lo que aparece como caro de entrada, si las prestaciones exceden al hecho constructivo específico, proponiendo trabajar del lado de las certezas, redunda en la calidad final y del proceso, con la ventaja de la previsibilidad económica y de plazos.