Hoy vamos a desgranar muchos usos y costumbres de la construcción que decididamente generan disconfort pero se hacen una y otra vez con la certeza de que así ejecutados cumplen con “el sentido común de la comodidad” o al menos con “las reglas del arte del buen construir”. Verdaderos comportamientos proyectuales contra intuitivos que terminan obligándonos a comportamientos habitacionales que ya nos resultan tan incómodos como desapercibidos.
BAÑOS
La puerta de los baños
No se sabe porque esta aceptado que la puerta debe abrir a 90 grados y tocar el inodoro. La sabiduría popular adjudica este uso y costumbre de los proyectistas a evitar que quién este sentado pueda ser “sorprendido en el trono” sin poder llegar al picaporte para impedirlo. Es curiosa esta regla no escrita. ¿no sería más sensato estimular la colocación y uso de pasadores del tipo “libre/ocupado” en todos los locales sanitarios pero que la puerta abra a 90 grados contra la pared? Porque además hay consecuencias no deseadas cuando la puerta abre hacia el inodoro.: usualmente el efecto colateral es que al abrir, lo primero que vemos es el lavatorio de costado. Y es justamente la hoja de la puerta (que queda en medio del baño) la que nos obliga a frotar nuestra pelvis contra el lavatorio para pasar y de esta forma poder cerrar la puerta. En fin… un verdadero misterio el porqué de esta forma de entrar al baño.
La puerta de los toilettes y retretes
De los creadores de “la puerta siempre abre hacia el inodoro” hay otra verdad incuestionable: la puerta de los toilettes, además no debe abrir hacia afuera. En efecto, sea grande, pequeño o mediano, si la puerta no es corrediza si o si hay que hacerla abrir hacia adentro. ¡Y que toque el inodoro! Es decir, como podemos apreciar, todo esto genera un acceso imposible al toilette. Esto es: entrar de costado con la espalda contra la pared hasta lograr que la hoja de la puerta pase por delante nuestras narices a fin de cerrar. Y en el caso de los retretes incluso a veces hay que abrir las piernas hasta que el inodoro nos quede entre ellas pues solo así, la puerta pueda abrir para salir. O peor aún, hay que subirse al inodoro para que la puerta abra hacia adentro. El caso de toilettes y retretes es aún mas extraño que el de los baños completos, pues otros muchos habitáculos de tamaño ajustado ya están resueltos con puertas de abrir hacia afuera: Una cabina de locutorio, una casa rodante, un probador de ropa, o una cabina de grua.
La ventana de los baños
Otra costumbre reñida con la racionalidad es la dice: Los baños que den al exterior llevarán ventiluz. ¿Por qué no pueden llevar una ventana como la de un dormitorio? La sentencia del sentido común dirá: Para proteger de las vistas al que se está bañando. Pero, como en el caso del pasador para cerrar desde adentro el baño… ¿Una ventana generosa con una cortina para el momento de la ducha no es una opción? ¿una gran ventana con la mitad de su vano con vidrio fijo y esmerilado y la otra mitad que abra para que salgan vapores y olores desde el cuello del que se baña hasta el techo del baño no es una opción? Estas preguntas también se basan en que la paradoja del “sentido común” que se aplica a las ventanas de baño es que el baño: es el lugar que mas ventilación necesita y es el lugar al que se le asignan las ventanas mas pequeñas. Raro, ¿no?
La posición del bidet en los baños
Muchos no lo saben, pero hubo una época, en los inicios del bidet como aporte a las costumbres de higiene personal, en la cual el mismo se usaba al revés. Si, así es. Mirando a la pared. Esto explica un par de cosas: Porque los comandos están donde están. Porque “la lluvia” sale de donde sale. Porque en los baños antiguos el bidet se encuentra enfrentado al inodoro y no a su lado. Y explica porque los bidets más antiguos tenían forma de guitarra: porque las pantorrillas se alojaban en la zona central más angosta. Luego la industria y el diseño como actividad comercial separada de las necesidades ergonómicas hicieron el resto: Las líneas de producto se proponían con inodoro y bidet como feliz parejita de diseño (hasta fabricar bidets con tapa de inodoro), con morfología similar “en composé” y se fue generando esta cultura de que la grifería del bidet se acciona antes de sentarse, pues al mismo tiempo es casi imposible.
Las griferías del bidet
Decimos casi imposible porque lo verdaderamente imposible es accionar las “modernas” griferías de bidet monocomando. Además, las posiciones para direccionar el chorro que proponen sus picos, suponen que el usuario debería inclinarse sobre sus rodillas, manejándola con sus manos en la espalda como quién es esposado sobre el baúl de una patrulla de policía. Nuevamente, la suma de propuestas incomodas que se van aceptando (dejar de mirar a la pared + poner un chorro que salga de la grifería misma) termina deteriorando el confort y en forma diaria.
Las llaves de paso debajo del Tanque de Agua
Es realmente misterioso porque, en general, las llaves para cerrar el suministro de agua hacia los baños, las cocina, los lavaderos y los termotanques estén siempre a la intemperie y bastante inaccesibles debajo de los tanques de agua sobre los techos de las edificaciones. Es decir, el grupo de llaves bajo tanques de agua que se conoce como “el colector” se encuentra normalmente 20cm debajo del fondo del tanque de agua. Sin importar si el tanque esta a 50cm de las baldosas de una terraza o a 50 cm de las tejas mas altas de un techo inclinado. El primer caso es super incomodo, pero el segundo es super suicida. Sin embargo, una vez más, por uso y costumbre, todos aceptamos esos niveles de riesgo y/o incomodidad en el uso accionamiento de estos comandos. Lo mas racional sería llevar a través de caños (que para eso están) los comandos de apertura y cierre de suministro a una sala de máquinas, a una baulera, o a un placard dentro de la casa o edificio y a la altura de los ojos de una persona parada. No de una persona gateando.
COCINAS
Los estantes abiertos de la cocina
Actualmente, hay una moda muy aclamada desde lo estético que es la de hacer estantes abiertos sobre las mesadas de cocina. Desde un discurso de liviandad, de fluidez (que permite economizar en puertas, laterales y herrajes), el mercado nos ofrece “tener la vajilla a la vista”. Claro que, para hacerlo, uno debe reflexionar sobre “su” propia vajilla. Léase: si no cuento con toda la vajilla coordinada y de diseño coordinado, lo que voy a ver sobre el estante son las capas geológicas superpuestas de los diferentes juegos de vajilla que se me fueron rompiendo y fui reponiendo con otros platos y otras tazas, porque los originales ya no se fabricaban cuando se rompieron. Adicionalmente, la falta de puertas y laterales que diferencian a la alacena de los estantes abiertos evitan que la grasa y el vapor que usualmente desprenden los procesos de cocción se depositen sobre la vajilla. Propiciando que dicha grasa o vapor contenido en el aire vaya a depositarse en cada plato o tasa y ya no en una puerta de alacena (que era fácil de limpiar). Así que, obsesivos de la higiene: ¡abstenerse de la moda de los estantes abiertos para vajilla!
Las grandes puertas bajo mesada
También cunde una moda sobre puertas grandes y cajones más grandes bajo las mesadas. Aquí hay un costado ergonómico y otro constructivo que hay que atender para desafiar a esta regla de la sociedad de consumo que dicta: “cuanto más grande más cómodo”. Tanto las puertas grandes (más de 40cm de ancho) y los cajones muy grandes (más de 80cm de ancho) propician problemas en de proporción con del peso con los herrajes que los articulan: bisagras y correderas. Las primeras por la posición de sus tornillos que van cediendo al peso de una hoja grande y pesada que cuelga de ellos y las segundas porque la flexión a la que queda sometida la zona central de cajones anchos, las hace correr con un nivel de fricción que va deteriorando sus rodamientos. Pero hay algo de incomodidad adicional para el cuerpo humano. Una hoja de más de 40cm de ancho al abrir no va a obligar alejarnos bastante de la mesada par que quede a 90 grados. Pensemos cuanto nos alejamos del cuerpo de la heladera o del horno cuando los abrimos. Imaginemos situaciones similares a estas, pero con los muebles ¿es nuestra cocina tan ancha como para separarnos tanto de la mesada sin tocar la pared que la enfrenta al abrir las puertas bajo la misma? Esta pregunta demuestra que nunca se deben pensar los muebles disociados del inmueble. Caso similar sucede con los cajones. ¿Puedo accionar cómodamente un cajon de 1,20m de ancho con una sola mano? Porque normalmente tengo cosas en alguna mano cuando estoy cocinando. ¿Y será cómodo cada vez que deba abrir un cajón liberar obligadamente las manos de utensilillos y/ o alimentos?
Las cortinas de enrollar y las cortinas roller
En el mercado de las unidades a estrenar se ha ido haciendo “normal” que las ventanas no traigan cortinas de enrollar porque “una roller cumple su función” y no es así. Lo cierto es que una cortina de enrollar al encontrarse “fuera del ambiente”, protege al mismo de algunas cosas. Comenzando por la seguridad. Además, en invierno genera una cámara de temperatura intermedia entre las tablas de la cortina y el vidrio de la ventana que mantiene mejor el calor de los interiores. Y en verano, evita que los rayos UV del sol le peguen de pleno al vidrio, convirtiendo en hornos a los recintos y obligando a gastar mucho dinero en electricidad para su refrigeración. No casualmente las viejas casa chorizo y ph s antiguos traen hojas de celosías de chapa o madera al patio para sus altas puertas de vidrio repartido con banderola. La garantía una siesta atemperada en verano cuando no había ni ventiladores.
Las barandas vidriadas
Otro discurso muy del “sentido común” de este siglo es el de la pura visibilidad: “cuanta más transparencia, mejor”. Ya no solo esto trae problemas de privacidad y limpieza como los vidrios de concesionaria de autos ¡que ahora se usan en la doble altura de una escalera de casa de country! Si no que además hay cuestiones de particulares de incomodidad en los balcones delimitados por vidrios. En efecto, las placas acristaladas que se usan en reemplazo de las barras de hierro ya se están instalando evitando el pasamano mismo para poder tomarse con la mano. Lo cual deja el canto del vidrio (peligroso y poco amigable) como único apoyo para asomarse. Además, el vidrio a la intemperie se ensucia de los dos lados y obliga a su limpieza de ambas caras. Con el peligro que comporta limpiar con el torso inclinado hacia afuera la cara del vidrio que da al vacío.
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